miércoles, 14 de agosto de 2013

Felipe Filosofía o Poesía

“Siempre hay un sarcástico materialista dispuesto a estropearnos la fantasía”. Felipe, Quino. Suelo reírme con las discusiones de los teóricos. Discuten por cualquier diferencia de conceptos, y claro, desestiman a quien piense de modo distinto. Mas exactamente es lo que desde la antigüedad sucede con la Poesía y la Filosofía. Platón se inventó un país y dejó fuera a los poetas; nada más. A partir de entonces se han aglomerado las páginas de ensayos, tratados y artículos buscándole razones a la exclusión hecha por Platón. No menos han sido las composiciones dedicadas a ramificar las posibilidades de lucha entre el quehacer poético y el filosófico. Felipe, un niño de siete años, hijo de Quino, zanja la discusión con un método muy de ciorán. En cada una de sus acciones, el amiguito de Mafalda, plantea mediante la poesía sus posturas ideológicas, es decir, expresa lo que piensa sin pretender buscar una verdad arraigada en lo material. Si Felipe estudiara a Platón, o al Freud que acusa a los poetas de irresponsable, quizá declararía: “Tanto acabar a los poetas y al final sus ideas parecen de poemarios”. Por suerte en sus aventuras con el Llanero Solitario no tiene tiempo para estas cuestiones. El niño, con su forma ingenua de ver las cosas duda de las excusas de los adultos, esquiva los prejuicios de los adultos y a diferencia de los adultos, le tiene sin cuidado el uso que hace del lenguaje la poesía o la filosofía. Está más concentrado en la compenetración de su mirada con el universo que lo rodea. Es decir, se decanta más por asumir el mundo desde su prisma que por la búsqueda de una verdad relativa. Aunque claro, Felipe tiene su idea particular de la realidad. Al parecer la ve como un concepto materialista exento de belleza o armonía. Así lo expresa cuando declara: “¡He decidido enfrentar la realidad! Así que tan pronto se ponga linda me avisan”. Aquí no sólo muestra descreimiento ante la imagen de la realidad, sino que la ve como un enemigo a combatir. Desde luego, en más de una ocasión usted y yo hemos decidido enfrentar la realidad, sólo que a diferencia de Felipe, hemos alzado la espada de don quijote en vez de irnos por nuestro propio camino. El ser humano, es por naturaleza, cazador de luchas. Luchó en la pre-historia contra el clima y las fieras, luego contra extranjeros, contra los vecinos y contra sí mismo. Luchar es un ejercicio inherente en el individuo. De hecho, sólo las luchas atraen los cambios que han hecho que las sociedades avancen. Ahora bien, emprender una batalla para decidir si el poeta posee una concepción clara del pensamiento tal como lo esgrime la filosofía, se me antoja una frivolidad y una sin razón. Quizá por eso Felipe expresa un viaje a la luna mientras va a comprar el pan de manteca. O sea, algo tan trivial como hacer el mandado no tiene tanto peso, a no ser que se le dé un valor exagerado. Más importante es observar, hacerse preguntas, pero sin pretender dar con una verdad irrefutable, sino con un elemento que nos haga convivir en coherencia con el entorno. “La disputa entre filosofía y poesía, pienso, se haya tan estrecha debido a que por su naturaleza reflexiva, el pensamiento acude al lenguaje poético para concretizarse. Lo mismo sucede con la poesía, que por la melodía y la reflexión al expresar las ideas colinda con las expresiones de la filosofía. Luego, ambas tienen en común el sentido de búsqueda que en último término define en sí misma al individuo: pensador o artista. La búsqueda de Felipe, su lucha, no es contra la realidad en sí misma, sino con las limitaciones que esta plantea. Por eso asume posiciones orientadas a crear y recrear situaciones, espacios y tiempos desde las ensoñaciones. Justamente esta actitud ante la realidad, es la que critican Freud y los platonianos. También es la razón por la que Ciorán afirma que cree más en la filosofía oriental que en la de los griegos. Felipe y Ciorán van más a la filosofía oriental que a la griega porque tanto a uno como al otro le tiene sin cuidado el descubrimiento de la verdad. Los dos apuntan a planos del ser, superiores al simple encuentro con el saber por saber. Esta es la razón, quizás, por la que con siete años, desprecia la escuela. El desprecio de Felipe por la escuela encuentra una respuesta en la afirmación de Susanita, también creación de Quino: “Es triste echar por la borda toda una vida dedicada al analfabetismo”. Otra posible razón para la animadversión que tiene contra la escuela, puede estar en la cita de Bernard Shaw que hizo facundo Cabral en uno de sus diálogos: “Mí educación fue muy buena hasta que me la interrumpió la escuela”. Facundo también cuenta de un yaqui que conoció en México, en el estado de sonora. Era un nativo que tenía una escuela para desaprender. Probablemente este fuera la educación que hubiera deseado el hijo de Quino. Sin embargo debía enfrentarse cada día a una educación que pretendía estrechar las fronteras de su visión. Justamente la intensión de los filósofos platonianos que entienden que los poetas extirpa la filosofía en sus creaciones. Considero que Felipe puede ser la conjunción que une al pensamiento poético y al pensamiento filosófico. Es decir, la actitud soñadora, desarticuladora de principios o estructuras cerradas, puede derribar la pared divisoria entre filósofos y poetas. La poesía expresa una percepción amparándose en el lenguaje. La filosofía trata de definir las percepciones, valiéndose también del lenguaje. De ahí que en ocasiones haya tan pocas barreras entre los recursos poéticos de los filósofos y los planteamientos filosóficos de los poetas. En Felipe, como es ajeno a todo esto, filosofar y hacer poesía es parte de un cuerpo indisoluble. El epígrafe de estas reflexiones deja claro que Felipe está consciente de la realidad. También muestra que no está dispuesto a dejarse apabullar por ella. Aunque claro, parte de su lucha diaria es contra los Manolitos que intentan encajarle la realidad material en el estómago; así tengan que expulsarlo, por soñador, de un país soñado.

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