martes, 12 de mayo de 2015

CRONIQUEO: De Cómo Evito El Infarto A Una Profesora De Español

Durante la feria del Libro tuve una participación sobre la estructura de Las Mil y Una Noche en el pabellón de Talleres Literarios. En el lugar había miembros de la red de Talleres Literarios de Azua, del taller literario Altazor, dos Talleristas de Esquina Borges, unos estudiantes universitarios con su profesora de español y otros feriantes. Introduzco mi participación de un modo informal, elogiando la obra. Luego cuento un poco de la trama general de Las Mil Noches y Una Noche. Explico brevemente que me baso en la traducción al español que tengo de la versión hecha por Mardrus. También me refiero a que Las Mil Noches se escribieron a lo largo de varios siglos. Me detengo en la “Historia del Jorobado, con el Sastre, el Corredor Nazareno, el Intendente y el Médico Judío”. Digo que esa historia está en el primer volumen, la narro un poco y hablo de los cambios espaciales, de realidad y los encuentros existentes entre las historias injertadas por los personajes de la historia que cuenta Scherazhade. Escucho la risa de Emmanuel Peña, frente a mí, a la derecha. Cito una conversación sobre el Capote de Gogol y Las Mil Noches. Leo algunas notas de la lectura comentada que estoy haciendo de la obra: “El sastre, tras terminar la historia que según ha contado le contó el barbero, crea la posibilidad de volver a reunir distintos espacios temporales de ficción al encerrar al barbero en un cuarto con ratas; de este modo el sultán de la China puede pedir que se lo lleven a palacio para conocerlo. Y aquí vuelve a notarse cómo en Las Mil Noches y Una Noche en cada historia se preserva la vida lo mejor posible, y aunque a cualquiera le cortan la cabeza o lo desmiembran sin muchas ceremonias y a cuenta de bastantes lágrimas quizás, siempre que puede llegarse a un final alegre, se opta por este. El hecho de que el barbero pueda ir a palacio da la oportunidad de que tanto Schahriar como Doniahzada y nosotros dudemos de lo que hemos creído del barbero; hasta el momento pensamos que no es más que un viejito impertinente, charlatán y sin vergüenza, e incluso hemos querido arrancarle la cabeza y justo en ese momento hay una vuelta de tuerca, el barbero se agacha a revisar al jorobado, estalla en carcajadas, le da a oler unas esencias, hurga con unas pinzas hasta sacarle lo que le tiene atorado y fruto de su ciencia, cosa que no pudo hacer el médico o ninguno de los presentes, hace que el jorobado vuelva en sí, no sin antes explicar como de pasada que no hay ningún difunto, que tiene el alma aún en el cuerpo. Con este acto, el barbero salva la vida a todos los condenados a muerte, da pie a que se escriba una larga historia en los anales del reino y se granjea la amistad y los favores del sultán de la china; de igual manera nos hace arquear las cejas y preguntarnos dónde está la verdad de todo aquello.” Paso al tratamiento que en Las Mil Noches se hace del tiempo. Empiezo por referirme a cómo cada historia inicia situándose en un plano temporal que justifique a Scherazhade. Cada historia en Caja China a su vez inicia situándose en el tiempo. Digo que en la obra hay varios espacios temporales y que todos se suman para que tenga impacto la referencia a las noches y el número mil. Hablo de cómo muchas de las historias que narraba Scherezhade al rey tienen en sí mismas guiños que podrían indicar al lector cuál es el final esperado por la narradora. Esos guiños, digo, también podrían ser sugerencias para el rey. Cuento del erotismo constante, de la función casi de voyeur de la hermana de Scherezhade. Suelto otro montón de detalles sobre la historia, para luego dar paso a las preguntas. Emmanuel pregunta si considero que Las mil y Una Noche es un cuento, una novela o una corriente y que de ser uno de esos si considero justa la comparación con El Capote. Quedo corto con la respuesta. Más o menos digo que la obra es una compilación de cuentos enmarcados por la historia de Scherezhade. Comento que no es una corriente, en principio porque no es enteramente de una época determinada. No recuerdo si en la respuesta incluyo que en dimensiones no pueden compararse Las Mil Noches y El Capote de Gogol. Lo que sí expreso es que considero que sólo con la historia del jorobado hay en Las Mil Noches para superarlo. Emmanuel comenta algo que he olvidado. Por un momento creo que no habrá más preguntas. Me dispongo a despedirme y dar las gracias, quizá, por la atención. En ese momento, Héctor Santana, coordinador del pabellón, toma el micrófono y dice que hay una profesora que quiere hacer una pregunta. La profesora se presenta, nos cuenta que da clases de español en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y que anda con estudiantes de distintas carreras que están en su sesión. Luego se disculpa por lo que me dirá. Explica que si no me lo dice podría darle un infarto. Empieza a contar que existen distintos niveles de habla, unos para usarlos cuando se está en confianza y otros en momentos cultos. Nos informa de que la feria del Libro es un evento cultural al que van maestros con sus estudiantes y del que se espera un aprendizaje en sus actividades. Considera que sus estudiantes no aprendieron nada sobre ese clásico de la literatura y que mi modo de hablar no fue apto para un espacio tan culto como aquel. Cuando termina con lo referente a mi modo de hablar continúa diciéndome que siempre que se analiza una obra literaria hay que decir cuál es su autor, su época y la corriente literaria a la que pertenece. Vuelve a referirse a mi informalidad . Repite que la disculpe, pero que si no me decía eso podría darle un infarto. Emmanuel dice que quiere hacer una pregunta. Le hago seña con la mano de que antes quiero responder a la profesora de español de la UASD. Le doy las gracias por sus observaciones. Explico que bien podría haber hecho una ponencia engolando la voz, pero que yo prefería una sesión más conversacional, que motive a la lectura de la obra, no que aburra como me aburriría yo en una conferencia como la que ella sugería. Le dije también que como el título de la actividad hablaba sobre la estructura de Las Mil y Una Noche y una lectura de este tiempo, no me pareció necesario hablar de los datos bibliográficos. Le dije que consideré innecesario decirle que la primera traducción del árabe al español la hizo cansinos Assens y luego la que hace poco reeditó Atalanta. Le recordé que al principio había hecho referencia a que en el siglo XVIII Galland hizo la primera traducción que se conoció en occidente. Cité la traducción de Mardrus y la del coronel Burton. Repetí que como esa no era la idea del evento, me pareció innecesario resaltarlo . Después le di paso a la pregunta de Emmanuel: Beltrán, tú eres comunicador, no profesor de español en ninguna universidad ¿A qué edad supiste que Las Mil y Una Noche es una obra anónima? A mi izquierda una de las integrantes de Esquina Borges exclama: ¡El diablo! Otra se ríe. Los abanicos zumban en el pabellón. ¿Yo? Contesto.

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viernes, 8 de mayo de 2015

CRONIQUEO: Cansinos Assens En La FIL

Un par de contactos de facebook hicieron publicaciones sobre los libros que habían encontrado en la caseta de Amargord Ediciones. Decían que había mucha poesía, incluyendo una compilación de poemas de Gertrude Stein, también que la atendía un español muy buena gente que hacía recomendaciones de acuerdo a los gustos. Con Ricardo Cabrera fui a la caseta, él ya la conocía. Ahí nos atendió el español, un sujeto más bien alto que contestaba todo precedido de la palabra “Macho”. Preguntamos por poesía oriental: Macho pues aquí tengo una antología de poesía japonesa. El libro es genial. En un ataque de emoción me dio por pensar en Murasaki Shikibu, pero no, tenía haikus sólo de 1700 en adelante. Volví a preguntar por poesía oriental, esta vez especificando que buscaba poetas persas: Macho pero es que no se puede tener todo. Luego pregunté, aún sabiendo la respuesta, si tenían la traducción de Las Mil Noches y Una Noche que hizo Rafael Cansinos. Ricardo me dijo que yo sabía que eso no estaba ahí: Macho, pero ¿Cómo conoces tú a Cansinos? Yo tengo todo de él. Le expliqué que buscaba esa traducción de Las Mil Noches y una Noche desde hacía un buen tiempo. Él contestó que era dificilísima de conseguir. Dijo que tenía libros de cansinos que ni siquiera su hijo había encontrado: Si quieres pásate en un rato y te cuento la vida completa de Cansinos. Me la conozco completa. Incluso sé cosas que ni su hijo sabía de Cansinos. Antes me había preguntado si sabía algo de su vida. Le conté de su disputa con Gómez De La Serna y de las reuniones de los ultraístas en bares nocturnos: Macho, lo que pasa es que Gómez de La Cerna se peleó con todo el mundo. Pero pásate en un rato que te cuento todo sobre Cansinos. Salimos de Amargord con la antología de poesía japonesa, el libro de Gertrude y La Cazadora vibrante de expectativa. En Café Bohemio estuvimos un rato. Otro español hizo una presentación sobre el Centro Cultural de España. Luego regresé a la caseta de Amargord. La caseta era visitada por mucha gente. A veces contestaba el español, otras veces alguno de los ayudantes que tenía. Sentado en una silla improvisada no terminaba de creer que en Santo Domingo a alguien le interesara Cansinos: Macho es que en este país no se lee. Lo tenéis difícil los lectores. Contó que en España casi no aparecen las obras de Rafael Cansinos, salvo en las librerías de viejo. Habló de las traducciones que tuvo que hacer para sobrevivir durante los días de la segunda guerra mundial: Él no pudo irse del país como hicieron otros artistas. Se quedó escondido. ¿Tú sabes que él era judío? Volvió a decirme lo difícil que eran de conseguir sus libros. Yo pensaba en cómo encontraría mi traducción de Las Mil Noches y Una Noche: Él tradujo a Goethe, todo Dostoyesvky. Cinco mil páginas de cada uno. Yo le pedí permiso al hijo para publicar uno de sus libros, pero me dijo que con una editora estaban editando su obra completa. Es medio gilipoyas el hijo. Una muchacha compró el libro de poesía japonesa que antes compré yo. Otro preguntó por cohélo: Cansinos se casó con su asistente estando muy mayor. Tuvo un solo hijo. Cuando el español volvió a decir que tenía todo lo de cansinos le pregunté si me vendía Las Mil Noches y Una Noche: Macho, pero es que no la vendería por nada. Con el trabajo que me ha costao conseguirla. Salí de la caseta con la sensación de que Rafael Cansinos se ponía más complicado. También con el mote de Cansiniano. El español repitió que un lector en Santo Domingo lo tenía muy difícil, sobre todo uno al que le interese cansinos assens. Esa noche alguien dijo que había visto Las Mil Noches y Una Noche en la caseta de José Libros. Resistí la tentación de ir a ver qué edición era. Ricardo me dijo: ¿Tú estás claro que esa no es la que buscas? Y sí, yo estaba claro. De todos modos tuve que ir a averiguar. El vendedor de José Libros me dijo que su edición era la más reciente de las publicadas en España. Pregunté si era traducida del árabe al español u otra. Dijo que era del árabe. Por un momento me alegré. No era la de cansinos pero podía ser la de Atalanta. Confirmó que era de ediciones Atalanta. El vendedor se negaba a que destapara la caja en la que estaban los volúmenes: Es que si lo destapan y no lo compran yo no puedo venderlo pa’lante. Sí, pero si la compro y no es la que busco, no me devolverás el dinero. Ricardo tenía la caja en las manos. Por ningún lado aparecían los datos editoriales. El vendedor repetía que era la edición más reciente de Atalanta. Ricardo volteó la caja. En la parte trasera decía: Traducida del alemán… No lo dejé terminar. Esa traducción yo ya la conocía y ni por asomo era la más reciente ni la publicada por Atalanta, menos la de Cansinos. En una conferencia sobre la “felicidad”, dictada por Enrique Verástegui pasé frente a un asiento en el que se encontraba el español. Mientras pasaba a su lado me saludó con un: ¡Adiós cansiniano! Me pareció que se reía porque aún no hallaba ni hallo mi traducción de Las Mil Noches y Una Noche. Otro día el español me alcanzó a ver cerca de su caseta, me llamó para que le diera el correo electrónico y mantener el contacto: Macho a ver si te escribo, cualquier cosa, sobre Cansinos. Mientras tanto leo mi traducción de la traducción de Mardrus y busco como Daulmacán. Ojalá el profeta, con él la plegaria y la paz, me beneficie como a muchos personajes.

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domingo, 29 de marzo de 2015

CRONIQUEO DE BACHATA EN LA ZONA

Las bachatas viejas que oí en la guagua que me llevaba de Don Juan a Santo Domingo me parecieron en principio una premonición de la noche. Y en un momento, el perfume alcoholizado de un pasajero insinuó un desmadre de aúpa. Llegué a la parada del metro, un carrito y 30 minutos después caminé Conde abajo hasta la calle Isabel La Católica, habría tertulia Bachatera: “El último eslabón perdido en la casa de empeño de un músico en amargue”. En La Isabel La Católica tuve que hacer un rodeo para sortear la construcción, darme en la frente con el cable extensor de un poste de luz y tropezar con uno de los desniveles. “Ven a llevarte, que la calle ‘tá muy rota y tú no va podé llegá”, me dijo Carlos el panita que vende collares y discos a los turistas. Cruzamos un pedregal, varias plataformas de madera. Le dimos paso a un racimo de estudiantes gringos que atravesaban el senderito por el que tendría que pasar. Finalmente ahí estuvo el Museo de las Telecomunicaciones. Al entrar: Una bachata de Teodoro Reyes suena en el salón. En pequeños muebles unos pocos asistentes, entre ellos el italiano bachatero que le hizo un homenaje a Robin Cariño y cantó con el poeta Ramón Torres. Gente a la que tenía tiempo sin ver y un trago del licor de rosas que venden los chinos. De Teodoro las bocinas pasan a Leonardo Paniagua. Son las siete y media, ya sé que uno de los expositores no vendrá y que el otro aún no ha llegado. Entre tanto, Edwin Castillo presenta a los presentes a un bachatero aún desconocido, más gente se deja caer por el saloncito. Poco a poco se llena el espacio y en las conversaciones ha salido varias veces la vida de los cabarets y viejas conchinchinas en las que la bachata tuvo sus inicios. Llega Joaquín castillo justo cuando Ricardo cabrera iba a comenzar su exposición sobre Luis Vargas. Joaquín saluda, todos sabemos que tenía la única excusa que en el mundo valida sin discusión una tardanza. Con él se unió Reina Lissette a los asistentes. Con los dos expositores listos para una suerte de jameo, quedaba solo tertuliar. Joaquín habló de Marino Pérez, el desgarre de su forma de cantar, la vida bohemia que tuvo. Ayudado por Edwin contó de la vez en que un productor le pagó uno de sus álbumes con más de mil botellas de ron. Citó algunos recursos poéticos utilizados por Marinito, la costumbre de armar historias cotidianas con una mujer o un compadre de bebidas: “Tráiganme otra botella a ver si encuentro en ella el trago de olvidar”. Ricardo comenzó su lectura citando a Gadamer, habló del ápeiron y cuatro kilómetros de argumentos más tarde dejó caer como un puñetazo su análisis de El Loco de Luis Vargas. Habló de epopeya, amor a lo Tristán e Isolda, recursos musicales, la guitarra laser y la evocación de Los Trabajos y Los Días que sugieren las peripecias del cantor. Al concluir, Edwin habló otra vez del cabaret como impulsor del baile de bachata. Y ahora no me acuerdo si aquí volvió a presentar la representación de las estatuas vivas que antes de Ricardo hicieron una interpretación de bailadores de bachata. Las estatuas con más movimiento de las que nunca antes tuve noticia. Lady Laura a mi lado me comentaba lo que hacían, como caminaban y bailaban: “Un fenómeno de estatuas”. Después Edwin habló otro rato sobre importancia del baile, del cabaret, como volvería a hacerlo en todas sus participaciones de la noche. Presentó al italiano, quien contó su historia con el género, habló de Trujillo, de la marginalidad que sufrió en cierta época la bachata y quedó de participar otro día en una tertulia concierto sobre ramón Torres el poeta. Otra vez Edwin moderó. Un sociólogo resaltó la importancia de que dos poetas como Joaquín y Ricardo se interesaran en hablar de bachata. Aunque no recuerdo si fue antes o después del italiano, tampoco importa mucho el orden. Lo que sí dijo es que otros ritmos tienen sus poetas, el son a Nicolás Guillén y la salsa a otro poeta que no escuché. Nunca dijo quién es el de la bachata. El sociólogo siguió una crónica sobre los antecedentes del género, contó que bachata antes significaba fiesta, bebedera, música improvisada. Habló de la Cueva de las Golondrinas que quedaba cerca de donde hoy está Plaza España, ahí, dijo, se reunían músicos a cantar con sus guitarras.. Entre el sociólogo y el italiano Lady Laura que suele tener la palabra precisa para cada tapón suelto me preguntó: “¿Y a qué hora empieza la tertulia?” Yo río, Edwin presenta a Álex Núñez u otro apellido que no recuerdo: “Yo no sé mucho de bachata. Yo siempre me junto con los roqueros y músicos de jazz, pero Edwin fue el otro día al programa que yo conduzco, Música Maestro y me contó un poco la historia de este evento y de la bachata”. Mientras Álex introducía su participación alguien al fondo a mi derecha susurró: “Wwannabe ”. Él no escuchó, siguió contándole al público su desconocimiento sobre bachata, pero el valor que tenía aunque él solo escuchara música en inglés, fuera escritor, hiciera documentales, latin jazz y afro jazz. Después resaltó lo lejos que había llegado la bachata, citó a Romeo. Intenté hacerle una aclaración caritativa, él resaltó entonces el valor internacional de romeo. Creo que intentaba plantear el nuevo
betselerismo
musical. Después habló del cine, se detuvo en el currículum de Laura Amelia Guzmán. Narró la historia de varias películas de Laura, hizo énfasis una y otra vez en lo importante que era Dólares De Arena: “Yo creo que dólares De arena fue la película más importante que se hizo en este país en 2014”. El tipo que escuchaba desde mi asiento, a la izquierda de Lady Laura, tamborileaba con los zapatos en el piso y le preguntó: “Loco ¿Cuál es el punto?”. “Ya voy a llegar al punto”. Entonces contó cómo la película había llegado a países en los que ni Juan Luis guerra había pisado. Hizo un poco la historia de la hija de Charlie Chaplin. Lady me dijo: “Esto está casi vacío, todo el mundo se está yendo”. Luego Álex llegó al punto, en Dólares De arena se utiliza la música de Ramón Cordero en la banda sonora. Hizo ahí un alto para regresar a Romeo: “Lady vámonos de aquí”. Cogí mi mochila y salí junto a Lady. Afuera Ricardo, Joaquín, reina Lissette y otros comentaban el éxito de la tertulia que acabó sin llegar a ser tertulia como tal. Pero en serio, el licor de rosas sabía bastante bien y ahí hacía una brisita muy buena. El eslabón empeñado de la cadena del bachatero, seguro que se perdió, por lo menos ahí. Luego en el parque duarte alguien mitificó a un ciego que preguntó “¿Cuál es el punto?”, se paró y se fue.

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